sábado, 27 de abril de 2013

Brit - Capítulo 17

Oí a alguien gritar, una voz familiar, me esforcé por reconocerla pero no saqué nada en claro, estaba perdiendo la lucha. Había dejado de saber cuánto más aguantaría en ese mugriento lugar.

De la nada salieron dos agentes del mal, eran altos y robustos, iban vestidos con trajes negros y a pesar de haberlos visto cientos de veces, nunca me acababa de acostumbrar a esos ojos azules como el hielo, esos ojos que conseguían helarte la sangre. Sabéis los ojos de los gatos? Pues así era como sus ojos brillaban en la oscuridad.

Abrieron la celda y entraron dentro de ella.

“Levántate escoria.”

“Y una mierda...”

Me cogieron de los brazos con fuerza, parecía que me los fueran a desintegrar con tanta presión, era como en los típicos videojuegos dónde el personaje destrozaba las piedras con solo cogerlas con sus manos. No me daba la gana de levantarme, no les iba a dar el placer, así que me arrastraron por el frío y desagradable suelo. Me dejaron estirada en una gran sala oscura, boca arriba, mirando a la nada, porque la nada era oscuridad, era silencio. Y cuando digo silencio, me refiero a silencio interior, era como estar muerta en vida. 


Hasta que de pronto, se hizo la luz…

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V.

jueves, 18 de abril de 2013

Cuando sepas de mi - Risto Mejide

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.

Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.

Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos... nah.

A lo que iba.

Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.

Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.

Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.

Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.

Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.

Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.

A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.

Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.

Haz ver que me olvidas.

Y me acabarás olvidando.

De verdad.
- Risto Mejide

Y al leerlo, lo único que me atrevo a decir es, "No me acabes olvidando" pensando que tal vez aquella canción tenía razón: nada se pierde, todo se transforma.

V.

miércoles, 10 de abril de 2013

Mi primera combustión - Love of Lesbian


Y curada al fin, me permito el lujo de observar
tu pelo raro y creo que ahora fumas demasiado.
Y hablas como si te hubiera preguntado
de quién te vengabas todo el tiempo que yo estuve a tu lado.

Y aun no sé a qué diablos viene ahora tu llamada,
tiembla tu cuchara y eso nunca queda bien.
Di, di la verdad, llevas tiempo sin romper muñecos.
Pasados unos meses alguien me ajustó de nuevo
y queda un poco lejos cuando me incendiaste
y ya soplaron las cenizas, volaron las cenizas.

domingo, 7 de abril de 2013

El porqué de dejar que te marchases.

Si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no habría escapado.
Pero así, habría dejado de ser un pájaro
Y yo... Yo lo que amaba era un pájaro.

- Mikel Laboa

Mario Benedetti - Soledades

Hay diez centímetros de silencio 
entre tus manos y mis manos 
una frontera de palabras no dichas 
entre tus labios y mis labios 
y algo que brilla así de triste 
entre tus ojos y mis ojos.

- Mario Benedetti