Es uno de los lugares mas silenciosos y solitarios de Roma, la ciudad ha ido creciendo a su alrededor durante siglos, es como una vieja herida, como un desengaño amoroso al que te aferras por el placer del dolor...Todos queremos que cambie pero nos conformamos con vivir infelices porque nos da miedo el cambio, que todo quede reducido a ruinas, pero al contemplar ese sitio, el caos que ha soportado, la forma en la que ha sido adaptado, incendiado, saqueado, y luego hallado el modo de volverse a levantar, me vine arriba...
A lo mejor mi vida no ha sido tan caótica y es el mundo el que lo es, y el único engaño es intentar aferrarse a ella a toda costa... Las ruinas son un regalo, las ruinas son el camino a la transformación. Incluso en ésta ciudad eterna, el Augusteum me ha enseñado que debemos estar siempre preparados para infinitas oleadas de transformación...
No hay comentarios:
Publicar un comentario