¡SORPRESA! – grité bien fuerte mientras abría mis brazos de par en par.
Oh sí, cómo me gustaban este tipo de entradas triunfales por la puerta grande.
Mr. Bailodesnudoenelsalóndemicasa se convirtió en Mr. Caradesencajada pasando por Mr. Meacabadedaruninfarto hasta llegar a Mr. Estoymásblancoquelatetadeunamonja. Lo extraño fue que no se cagara de miedo, y hablo literalmente. No era la primera vez que me pasaba.
Intenté con esmero no reírme en su cara, aunque como decía mi profesor de Castellano, “Brit no te has esforzado lo suficiente”.
Curiosamente, después del grito ahogado poco masculino vi como su cara se relajaba a pasos estrepitosos. Tan estrepitosos que sentí cierta inquietud e incomodidad. Algo fallaba, esa mirada sucia no podía significar nada bueno... Oh, mierda. Otra vez no... Norma número 1: Jamás aparezcas justo cuando el susodicho este desnudo, recuerda que aparecerás en las mismas condiciones en las que éste se encuentre. Es decir, desnuda.
Tatataxán... La solitaria neurona que habitaba en el pene de nuestro hombretón no había perdido el tiempo y antes de poderlo evitar ésta ya había viajado rápidamente al cerebro y del cerebro había vuelto al pene y vuelta empezar. Consiguiendo así, después de dos miserables segundos, que una erección empezara a vislumbrar el horizonte.
“Hombres” – susurré con hastío.
Estas situaciones eran tan embarazosas que me sacaban de quicio. No os hacéis una idea de lo frustrante que era no poder ser capaz de elegir por mi misma en qué condiciones aparecía.
Además siempre pensé que hacer una entrada estelar disfrazada de Huevo Kinder hubiera sido un puntazo, al menos lo de “¡Sorpresa!” tendría su gracia.
La norma de la que os hablo, en el fondo tenía su lógica, seguía una ley muy básica de la selección natural: Sólo los que se adaptan al ambiente sobreviven. Y eso hacía yo, adaptarme al ambiente.
“Vístete” - le ladré como cual perro rabioso.
Obedientemente y sin saber porqué se empezó a vestir. Poco a poco yo fui recuperando mi ropa. Mientras esperaba a que se acabara de vestir, tímidamente éste pronunció:
“Me llamo Stuart”.
Lo miré fijamente a los ojos adoptando una postura incrédula ante tal mentira, así que irónicamente dije:
“¿Sí? Y yo que pensaba que te llamabas Brian Black. Qué error por mi parte”.
¿Sabéis cuando vuestra madre acaba de limpiar el váter blanco de porcelana? Pues ese fue el color de su cara. Ya sabéis lo que dicen, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
“O me dices inmediatamente quién eres o llamo ahora mismo a la policía” rebatió con fuerza intentando sonar seguro de si mismo.
“¡Calma! Que no cunda el pánico, no pretendía asustarte. No estoy aquí para hacerte daño. Me llamo Brit.” le dije intentando calmarlo.
“Bien Brit. ¿Y qué demonios haces aquí?” preguntó con cierto tono escéptico.
“No lo sé Brian, me has llamado tú.”
Continuará…
V.
Muchos misterios con ganas de ser descubiertos, qué enganche!! :D
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