domingo, 16 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 6.

La verdad es que no tenía prisa por saber por qué estaba muerta. Así que inmersa en mis pensamientos seguí con mi mirada fija en aquellos ojos verdes tan profundos. Buscaba incomodarle. Los minutos pasaban y desde fuera daba la sensación que ninguno de los dos tenía prisa. Pero… ¿es que realmente la teníamos? 


…Diez… 

…Veinte… 
…Treinta… 
…Cuarenta… 
…Cincuenta minutos… 

Llevábamos una hora y ninguno de los dos había retirado la mirada del otro. Era como si después de mi sentencia de muerte nos hubiéramos quedado estancados en el silencio, a la espera de algo.

Unos leves susurros empezaron a emanar en mi cabeza, no conseguía entender nada de lo que decían. Poco a poco iban resonando con más fuerza, con más nitidez, cada momento que pasaba lo veía más y más claro. Lo conseguí, me metí en su mente. Ese cabrón me había hecho sudar para reventar la barrera.

No me gustaba hacer estas cosas, hablo de meterme en la mente de las personas, no me parecía bien colarme sin que ellas me dieran permiso, aunque claro… ¿Cómo le pides permiso a alguien para meterte en su cabeza? “Eh, ¡oye! ¿Me dejas meterme en tu mente? ¡Serán unos minutillos de nada!”, supongo que no. Me había costado mucho conseguir aislarme de los pensamientos de los demás, era agotador, pero… creedme, era mucho más agotador escucharlo todo. No os llegáis a imaginar la de burradas que he llegado a oír y la de decepciones que me he llegado a llevar.

Estaba claro que Brian me conocía mucho más que yo a él, por eso durante una hora no había conseguido escuchar ninguno de sus pensamientos, los había bloqueado adrede, él desde de un principio ya sabía que podía escuchar todo lo que se le pasara por la cabeza.

Maldita zorra, deja de leerme la mente” – escuché claramente dentro de mi cabeza.

No moví ni un músculo. Nunca me había ido eso de autodelatarme así que seguí indagando en aquél mar de pensamientos.

Tal vez no me oye aún… No sé cuánto más podré aguantar así, esto es agotador, acabaré desplomándome del esfuerzo. Buff… Mira que está buena, si no me gustará tanto no hubiera perdido el control de la situación y me la podría haber tirado, qué lástima… Madre mía, qué dolor de cabeza, me ha dado bien fuerte la cabrona...

Como por arte de magia las ideas empezaron ordenarse y todo apareció en mi cabeza como si de un gran esquema se tratara. Brian tenía poderes como yo. Lo que me faltaba por ver era si estaba de mi bando o del otro. Aunque al darme por muerta, creo que ya sabía por dónde podían ir los tiros.

Tenía un poder, si más no, peculiar, muy peculiar. ¿Recordáis a cupido? ¿Ese niño regordete alado, con mofletes rosados y con los ojos vendados que se divertía tirando flechas a los hombres y a las mujeres? Pues lo tenéis delante vuestro, nuestro querido Brian, era cupido en persona, conseguía que cualquier persona se rindiera, sexualmente hablando, a sus pies.

Lo que no acababa de entender aún, era porqué me había teletransportado ahí, porqué sabía tanto de mí y porqué era él, el que me había llamado. Mi cabeza estaba a punto de estallar y ese maldito inmaduro no paraba de tararear “Carros de fuego” una y otra vez.

Seguí buscando, fui más allá. Necesitaba algo más, me faltaba algo pero no sabía el qué. Cómo dice la dicha quién busca, encuentra. Y yo, siempre encontraba lo que buscaba.

Brian era traficante. Tal vez os estéis imaginando a Brian como un camello de poca monta o tal vez un narcotraficante con su yate de mil millones de euros, cosa que podría ser posible, dado a que tenía una casa que hacía diez de la mía, pues no, no era traficante de droga. Tal vez, os lo imagináis como un proxeneta, traficando con mujeres y niñas pero no, tampoco traficaba con personas y menos con órganos o con dinero falso, eso era cosa de principiantes, un mero juego de críos.

Brian traficaba con secretos. Y parece ser que desde hace mucho tiempo tengo algo que le pertenece a alguien de su interés. 

Y, e aquí las dos preguntas del millón. ¿Cuánto estaba dispuesta yo a pagar por conservarlo? ¿Cuanto estaba dispuesto Brian a pagar por conseguirlo de vuelta?

Le sonreí. 

¿Continuará?

Skrieni1_large_large
V.

1 comentario:

  1. Es admirable la capacidad creativa que tienes. Es una delicia leerte.

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