¡Y se hizo la
luz!
“Wow. Éste sitio es gigante” – pensé abriendo bien los
ojos. Pero gigante de verdad, como una de esas casas de lujo con las que, de
pequeños, mi hermano y yo habíamos soñado vivir sólo para así poder jugar al
escondite en condiciones.
Un hombre en traje apareció por la puerta de lo que suponía ser una sala de estar, aunque he de añadir que esa sala de estar era comparable a todos los metros cuadrados de mi casa. Era un chico alto de pelo castaño y con barba de dos días, en definitiva y como conclusión, un chico muy sexy. Parecía cansado, como si acabará de volver del trabajo, aunque eso no le supuso ningún problema para quedarse en pelotas, literalmente.
Un hombre en traje apareció por la puerta de lo que suponía ser una sala de estar, aunque he de añadir que esa sala de estar era comparable a todos los metros cuadrados de mi casa. Era un chico alto de pelo castaño y con barba de dos días, en definitiva y como conclusión, un chico muy sexy. Parecía cansado, como si acabará de volver del trabajo, aunque eso no le supuso ningún problema para quedarse en pelotas, literalmente.
Y ahí estaba ese desconocido, y ahí estaba yo, sin
poder apartar la mirada de su aparato genital. Culpa suya, que no dejaba de mirarme“right to my eyes”.
En situaciones como éstas no sabía dónde meterme y maldecía el libre albedrío de estos malditos poderes. Pero esperad, que ahora viene lo mejor, al iluminado no se le ocurrió nada mejor que dirigirse hacia una cadena de música gigante que estaba situada con muy buen gusto en una de las esquinas de la habitación y le dio al botón del play.
Si creíais que la cosa no se podía poner más interesante aún, os equivocabais y de mucho, porque el maravilloso cantante de los sesenta Edwin Star empezó a entonar las primeras notas de la canción “War”, a partir de aquí creo que no hace falta que describa gráficamente el bailecito que se marcaron él y su cimbrel cada vez que el sesentero cantaba “¡War! ¡Uh!” “¿What is it good for? ¡Absolutely nothing!”. Dios, cómo llegué a odiar esa canción.
Dos “You sexy thing” y
un “I just wanna make love to you” después, yo me estaba empezando a exasperar “¿Qué
hacía ahí?” Ese tío no parecía tener ninguna especie de problema o de
carencia que no fuera neuronal y yo, sinceramente, me negaba a ayudar a
semejante personaje, a menos que se vistiera.
Como no controlaba los
dichosos poderes, no podía volver a mi clase de inglés hasta que no solucionará
algo, ¿El qué? No lo sabía aún. A no ser que los bailecitos fueran el problema, porque entonces hacía rato que se me habían ocurrido mil soluciones, como un golpe seco en la cabeza con un bate de béisbol, sí, eso hubiera bastado, al menos, durante una hora.
“Vaya mierda…”- pensé
en voz alta y sin poderlo evitar. Genial, ahora Mr. Naked me había oído. Evidentemente, se acojonó y cómo cual rata de
experimento se giró hacía a mi, supongo que en busca de algún monstruo o tal
vez de algún fantasma. Por suerte, él no me podía ver a menos que yo quisiera, a pesar de ser nueva en esto de los súper poderes, después de una
cantidad de apuros que no podía contar ni con los dedos de las dos manos y de los
dos pies juntos, algo de control había conseguido ejercer sobre ellos.
“¡¿Quién hay ahí?!” –
gritó nuestro adorable personaje, ahora con su pene diez centímetros más pequeño.
No pude evitar reírme. Evidentemente me volvió a escuchar. Fue inevitable, la situación si más
no, era bastante cómica aunque supongo que para él no tanto.
“¡Sal de dónde estás!
¡¿Quién eres tú?!"– preguntó casi llorando mientras su testosterona se
escapaba lentamente por cada poro de su piel. No pude evitar sonreír para mis adentros pensando que la valentía no era cuestión de "pelotas".
¿Quién era yo? Interesante
pregunta, pensé. Yo era…
Continuará.
V.
que bueno que has vuelto :) !!
ResponderEliminarMe reí muchísimo con el final,aquello de que se le fue la testosterona, y no era para menos!!
Saludos :) !!