lunes, 31 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 7

Y el aire cambió su eterna melodía.

Me levanté del sofá y me quedé ahí parada, mirándole, sonriéndole, di un paso adelante y lentamente, sin prisa, apoyé una rodilla en el suelo quedándome a la altura de sus ojos. Me miró, un destello de luz se apoderó de sus ojos adoptando un brillo especial.

“Lo más lejos…” – susurré.

“A tu lado…” – susurró.

Me erguí y di un paso más. Volví a apoyar una rodilla en el suelo quedándome una vez más a la altura de sus ojos, perdiéndome en aquellos ojos verdes.

“Todo lo que podríamos haber sido tú y yo…” – pronunció con los ojos vidriosos.

“Si no hubiéramos sido tú y yo…” – vocalicé sin poder decir una palabra reprimiéndome una avalancha de sentimientos que afloraba de lo más dentro del corazón y luchaba por salir a toda prisa.

Lentamente, intentando mantener la calma, volví a levantarme y di un paso más. Silencio. Alzó su cabeza y me miró.

“Si quieres algo, déjalo libre, déjalo ir…” – le susurré.

“Si vuelve, es tuyo…” – susurró.

“Si no, nunca lo fue…” – susurramos a la vez.

El tiempo pasaba y no en vano, cuatro veranos sin él, sin sus manos, sin su magia. Siempre es duro decirle adiós a alguien a quién has querido tanto, pero en momentos de lucidez como éstos me daba cuenta de que lo peor no era decir adiós sino no recordar haberle dicho adiós, porque aquella persona había dejado de existir en tu memoria, porque te la habían arrebatado de tu cabeza, descuartizando todos tus recuerdos hacia ella, haciendo añicos todos y cada uno de los suyos. Haciendo que dejéis de existir el uno para el otro. Perdiéndoos en el olvido. Sin piedad.

Di un paso más y me senté en sus piernas, descansé mi cabeza sobre su hombro. Me encantaba como olía, podía pasarme horas en aquella posición. Él apoyó su mejilla en mi frente. Nos quedamos un buen rato ahí, en silencio. Me miró, le miré de reojo y me reincorporé a escasos centímetros de sus labios.

“No me pidas que te bese…” – me susurró lentamente al oído.

“Porque te besaré…” – le dije lentamente al oído.

“Bésame Brit.” 

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Continuará…

V.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Carlos Sadness - Canción de amor descafeinada

Canción de amor descafeinada 
sin sueños y con el alma despeinada.
 
¡A la mierda! le dije al amor sin saber que éramos 
inseparables.

Me dijo ¿Quién eres tú sin mi? 
Le dije, nadie...

lunes, 24 de diciembre de 2012

Las vidas posibles de Mr.Nobody

+ Todo lo que usted ha dicho es contradictorio. No puede estar en un lugar y otro al mismo tiempo.

- Con esto, estas tratando de decir que debemos tomar decisiones, no?

+ De todas esas vidas, ¿Cuál es la correcta?

- ¡Cada una de esas vidas es la correcta! Cada camino es el camino correcto. Todo pudo haber sido de cualquier otra forma y hubiera tenido igual de significancia.

+ No puede estar muerto y seguir aquí. No puede no existir. ¿Hay vida después de la muerte?

- ¡JAJAJAJJAJ! ¿Después de la muerte? ¿Como puedes estar tan seguro de que realmente existes? No existes. Yo tampoco. Solo vivimos en la imaginación de un niño de 9 años. Nos imagina un niño de 9 años enfrentado a una elección imposible de tomar. En el ajedrez es llamado el “zugzwang” cuando el único movimiento posible es no moverse. Ven a ver.

+ Es el mar

- El chico lo esta desarmando, ya no lo necesita. Antes, era incapaz de tomar una decisión porque no sabía que pasaría. Ahora que sabe lo que pasará, es incapaz de tomar una decisión.

martes, 18 de diciembre de 2012

Steve Jobs.

Remembering that you are going to die is the best way I know to avoid the trap of thinking you have something to lose. You are already naked. There is no reason to don't follow your heart." Steve Jobs.

Fast car - Tracy Chapman

You got a fast car
And I got a plan to get us out of here

You got a fast car
But is it fast enough so we can fly away
We gotta make a decision
We leave tonight or live and die this way

I remember we were driving, driving in your car
The speed so fast I felt like I was drunk
City lights lay out before us
And your arm felt nice wrapped 'round my shoulder
And I had a feeling that I belonged
And I had a feeling I could be someone, be someone, be someone

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domingo, 16 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 6.

La verdad es que no tenía prisa por saber por qué estaba muerta. Así que inmersa en mis pensamientos seguí con mi mirada fija en aquellos ojos verdes tan profundos. Buscaba incomodarle. Los minutos pasaban y desde fuera daba la sensación que ninguno de los dos tenía prisa. Pero… ¿es que realmente la teníamos? 


…Diez… 

…Veinte… 
…Treinta… 
…Cuarenta… 
…Cincuenta minutos… 

Llevábamos una hora y ninguno de los dos había retirado la mirada del otro. Era como si después de mi sentencia de muerte nos hubiéramos quedado estancados en el silencio, a la espera de algo.

Unos leves susurros empezaron a emanar en mi cabeza, no conseguía entender nada de lo que decían. Poco a poco iban resonando con más fuerza, con más nitidez, cada momento que pasaba lo veía más y más claro. Lo conseguí, me metí en su mente. Ese cabrón me había hecho sudar para reventar la barrera.

No me gustaba hacer estas cosas, hablo de meterme en la mente de las personas, no me parecía bien colarme sin que ellas me dieran permiso, aunque claro… ¿Cómo le pides permiso a alguien para meterte en su cabeza? “Eh, ¡oye! ¿Me dejas meterme en tu mente? ¡Serán unos minutillos de nada!”, supongo que no. Me había costado mucho conseguir aislarme de los pensamientos de los demás, era agotador, pero… creedme, era mucho más agotador escucharlo todo. No os llegáis a imaginar la de burradas que he llegado a oír y la de decepciones que me he llegado a llevar.

Estaba claro que Brian me conocía mucho más que yo a él, por eso durante una hora no había conseguido escuchar ninguno de sus pensamientos, los había bloqueado adrede, él desde de un principio ya sabía que podía escuchar todo lo que se le pasara por la cabeza.

Maldita zorra, deja de leerme la mente” – escuché claramente dentro de mi cabeza.

No moví ni un músculo. Nunca me había ido eso de autodelatarme así que seguí indagando en aquél mar de pensamientos.

Tal vez no me oye aún… No sé cuánto más podré aguantar así, esto es agotador, acabaré desplomándome del esfuerzo. Buff… Mira que está buena, si no me gustará tanto no hubiera perdido el control de la situación y me la podría haber tirado, qué lástima… Madre mía, qué dolor de cabeza, me ha dado bien fuerte la cabrona...

Como por arte de magia las ideas empezaron ordenarse y todo apareció en mi cabeza como si de un gran esquema se tratara. Brian tenía poderes como yo. Lo que me faltaba por ver era si estaba de mi bando o del otro. Aunque al darme por muerta, creo que ya sabía por dónde podían ir los tiros.

Tenía un poder, si más no, peculiar, muy peculiar. ¿Recordáis a cupido? ¿Ese niño regordete alado, con mofletes rosados y con los ojos vendados que se divertía tirando flechas a los hombres y a las mujeres? Pues lo tenéis delante vuestro, nuestro querido Brian, era cupido en persona, conseguía que cualquier persona se rindiera, sexualmente hablando, a sus pies.

Lo que no acababa de entender aún, era porqué me había teletransportado ahí, porqué sabía tanto de mí y porqué era él, el que me había llamado. Mi cabeza estaba a punto de estallar y ese maldito inmaduro no paraba de tararear “Carros de fuego” una y otra vez.

Seguí buscando, fui más allá. Necesitaba algo más, me faltaba algo pero no sabía el qué. Cómo dice la dicha quién busca, encuentra. Y yo, siempre encontraba lo que buscaba.

Brian era traficante. Tal vez os estéis imaginando a Brian como un camello de poca monta o tal vez un narcotraficante con su yate de mil millones de euros, cosa que podría ser posible, dado a que tenía una casa que hacía diez de la mía, pues no, no era traficante de droga. Tal vez, os lo imagináis como un proxeneta, traficando con mujeres y niñas pero no, tampoco traficaba con personas y menos con órganos o con dinero falso, eso era cosa de principiantes, un mero juego de críos.

Brian traficaba con secretos. Y parece ser que desde hace mucho tiempo tengo algo que le pertenece a alguien de su interés. 

Y, e aquí las dos preguntas del millón. ¿Cuánto estaba dispuesta yo a pagar por conservarlo? ¿Cuanto estaba dispuesto Brian a pagar por conseguirlo de vuelta?

Le sonreí. 

¿Continuará?

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V.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 5

Silencio. 

Normalmente, me hacía una idea rápida de lo que tenía que hacer al ser transportada a algún lugar aleatorio del espacio tiempo, o si más no, siempre me acababa dando de bruces con cuál era la solución. Pero el supuesto Brian me tenía desconcertada, fuera de lugar, en éste aspecto, la situación no se semejaba a ninguna vivida anteriormente. Empezaba a sentirme insegura a pesar de que él jugaba en clara desventaja. O al menos, eso era lo que yo creía. 

Una especie de tensión se palpaba en el ambiente. Algo no iba bien, lo presentía.

Él vino hacia mi y se quedó a cinco centímetros de mi cara. En otro contexto hubiera dado un paso hacía atrás para salvaguardar mi espacio vital pues siempre me había sentido muy incómoda cuando las personas se me acercaban demasiado, pero en este caso no lo hice. Nos mirábamos directamente a los ojos, sin mover ni un músculo, a la expectativa de algo que personalmente, no tenía ni idea de qué era.

De repente, nos abalanzamos el uno contra el otro como bestias indómitas que defienden su territorio. Él tenía muchísima más fuerza que yo, así que acabé contra la pared haciendo un gran estruendo mientras sus brazos aprisionaban a los míos en alto. Su cadera presionaba la mía con suficiente presión como para no poderme mover.

Me seguía mirando, empecé a hacer fuerza para intentar liberarme cuando éste postró sus labios sobre los míos. Perplejidad. Acción-Reacción. La femi-nazi de mi interior reaccionó y empezó a gritar burradas contra esa acción que violaba una larga lista de derechos femeninos.

El corazón me iba a cien, me sentía demasiado abrumada cómo para pensar con claridad. No podía hablar, por más que lo intentara ninguna palabra salía de mi boca. Hice un intento por liberarme de sus brazos, pero Brian contraatacó apretándome más fuerte contra la pared, ahora con un solo brazo. Seguía mirándome a los ojos y soltó una risita tímida, acto seguido puso un dedo en mis labios y me hizo callar con un suave “Shh…”. Empezó a acariciarme las mejillas bajando suavemente por el cuello hasta llegar al escolte de la blusa donde empezó a dibujar corazones. Lentamente introdujo su mano por debajo de mi camiseta, siguiendo un camino que se dirigía hacia el ombligo, pero lo pasó de largo subiendo pacientemente hasta llegar al sostén, donde apretó con fuerza. Gemí. Estaba perdiendo el control de la situación.


Sin saber cómo, un deseo empezó a aflorar dentro de mí hasta hacerse insoportable, jamás había vivido semejante sensación, el miedo desapareció dejando paso a una lujuria que nunca antes había experimentado. Me rendí. Empecé a besarle, él me liberó de su trampa y yo empecé a quitarle rápidamente la camiseta, él me levantó y yo le rodeé la cintura con mis piernas, empezó a moverse mientras seguía besándome dirigiéndose a una de las habitaciones que comunicaba con aquél gran salón. Volvió a empotrarme contra una de las paredes de aquella habitación quitándome los tirantes del sostén con los dientes, jugando con mis pechos, recorriéndolos con su lengua, haciendo que me perdiera en un mar de placer. 

Aquello estaba fuera de control, era incapaz de pararlo y en el fondo no quería pararlo. No entendía bien el por qué pero creo que tampoco me importaba dema… O… tal vez… sí… 

¡Sí me importaba! ¡Esa no era yo! ¿Qué estaba haciendo? Volví en razón. Con rabia e indignación proyecté con fuerza mi rodilla contra su aparato genital. El susodicho cayó al suelo en seco con los ojos bien abiertos y llorando de dolor. “¡Brit 1, Brian 0!” dije bien alto para que me escuchara. Al menos habían servido de algo aquellas clases tan caras de autodefensa.
Eché mano de un jarrón que había en la mesita de noche y lo impacté contra su cabeza dejándolo inconsciente. Maldito hijo de puta… – lo maldije con rabia. Tenía unos treinta minutos, aproximadamente.

“Espabila Brit. Piensa rápido.” -me dije para mis adentros.

Trasteé por toda la casa en busca de cuerdas y… ¡Sorpresa! ¡Brian tenía un disfraz de Huevo Kinder! Es broma. Lo decía para sacarle un poco de hierro al asunto, que creo que estáis un poco tensos. Lo que no era broma era que Brian tenía unas esposas en la mesita de noche que  por cierto me iban de lujo. Finalmente conseguí una cuerda de montaña, pues por lo visto a la sex-machine le iba la escalada, así que lo até a una silla de manos a pies y le puse las esposas bien apretaditas por si a ese cerdo se le ocurría volverme a tocar.

Esperé a que se despertara. Después de una hora de espera, empecé a pensar que tal vez le había dado demasiado fuerte. Por un momento me supo mal, medio segundo después me volvió a dar igual, él se lo había buscado. Ahora que ya estaba más calmada, empecé a pensar en lo que había ocurrido, nada de esto tenía sentido ¿Porqué lo había besado? ¿De dónde provenía todo aquél deseo irresistible? Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que él ya estaba consciente desde hacía unos minutos. Lo miré.

- Estás muerta. Que lo sepas. 



Continuará…

V.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Canción Fronteriza - Carlos Sadness

Te llevaría a las montañas de mi pueblo, conocerías los rincones del invierno 
Y me escondería en un hueco en tu pelo para dormirme escuchando tus sueños 
Dónde, fuéramos salvajes bailándole a la lluvia, robándole a la luna los paisajes 
Dónde, acaba el oleaje y empieza la espuma de unos días que ojalá no se acabasen.

Si algún día nostalgia descubre que yo me escondía en tus ojos mirándote 
Te besaré aunque sea la última, pero lo haré como si fuera por primera vez 

Te llevaría si tú… Te dejaras llevar algún día, algún día.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 4.

¡SORPRESA! – grité bien fuerte mientras abría mis brazos de par en par. 


Oh sí, cómo me gustaban este tipo de entradas triunfales por la puerta grande.

Mr. Bailodesnudoenelsalóndemicasa se convirtió en Mr. Caradesencajada pasando por Mr. Meacabadedaruninfarto hasta llegar a Mr. Estoymásblancoquelatetadeunamonja. 
Lo extraño fue que no se cagara de miedo, y hablo literalmente. No era la primera vez que me pasaba. 

Intenté con esmero no reírme en su cara, aunque como decía mi profesor de Castellano, “Brit no te has esforzado lo suficiente”. 

Curiosamente, después del grito ahogado poco masculino vi como su cara se relajaba a pasos estrepitosos. Tan estrepitosos que sentí cierta inquietud e incomodidad. Algo fallaba, esa mirada sucia no podía significar nada bueno... Oh, mierda. Otra vez no... Norma número 1: Jamás aparezcas justo cuando el susodicho este desnudo, recuerda que aparecerás en las mismas condiciones en las que éste se encuentre. Es decir, desnuda.

Tatataxán... La solitaria neurona que habitaba en el pene de nuestro hombretón no había perdido el tiempo y antes de poderlo evitar ésta ya había viajado rápidamente al cerebro y del cerebro había vuelto al pene y vuelta empezar. Consiguiendo así, después de dos miserables segundos, que una erección empezara a vislumbrar el horizonte. 

“Hombres” – susurré con hastío.

Estas situaciones eran tan embarazosas que me sacaban de quicio. No os hacéis una idea de lo frustrante que era no poder ser capaz de elegir por mi misma en qué condiciones aparecía.
Además siempre pensé que hacer una entrada estelar disfrazada de Huevo Kinder hubiera sido un puntazo, al menos lo de “¡Sorpresa!” tendría su gracia. 

La norma de la que os hablo, en el fondo tenía su lógica, seguía una ley muy básica de la selección natural: Sólo los que se adaptan al ambiente sobreviven. Y eso hacía yo, adaptarme al ambiente. 

“Vístete” - le ladré como cual perro rabioso. 

Obedientemente y sin saber porqué se empezó a vestir. Poco a poco yo fui recuperando mi ropa. Mientras esperaba a que se acabara de vestir, tímidamente éste pronunció: 

“Me llamo Stuart”. 

Lo miré fijamente a los ojos adoptando una postura incrédula ante tal mentira, así que irónicamente dije:

“¿Sí? Y yo que pensaba que te llamabas Brian Black. Qué error por mi parte”. 

¿Sabéis cuando vuestra madre acaba de limpiar el váter blanco de porcelana? Pues ese fue el color de su cara. Ya sabéis lo que dicen, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

“O me dices inmediatamente quién eres o llamo ahora mismo a la policía” rebatió con fuerza intentando sonar seguro de si mismo. 

“¡Calma! Que no cunda el pánico, no pretendía asustarte. No estoy aquí para hacerte daño. Me llamo Brit.” le dije intentando calmarlo. 

“Bien Brit. ¿Y qué demonios haces aquí?” preguntó con cierto tono escéptico. 

“No lo sé Brian, me has llamado tú.” 

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Continuará…
V.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 3.


Yo era… Yo era todas las personas que habían pasado por mi vida, personas que seguían a mi lado, personas que habían tomado un camino distinto, personas ya fallecidas y personas que seguían brillando con luz propia en un mundo, dónde la electricidad empezaba a agotarse.

Todas esas personas me enseñaron que en esta vida, hay que resplandecer cómo el sol y no cómo las estrellas. Que hay que aprender a no aceptar las cosas tal y como nos vienen. Que estamos obligados a patearle el culo a todo aquél que intente hacernos sentir inferior. Ellos me enseñaron a no callarme, a rebatir hasta que me quedase sin saliva, a ser una ilusa y a seguir luchando aunque el barco ya hubiera zarpado hace tiempo. Aun así, también aprendí que uno ha de saber parar y ha de saber diferenciar la fina línea que separa ser un iluso, de ser un cazurro. Por aquello de no malgastar toda tu vida haciendo el imbécil.

A veces, yo también era alguien que odiaba sus estupendas teorías de mierda porque si nos poníamos estrictos, tenía que acabar admitiendo, aunque odiara hacerlo, que yo también era aquél vecino del quinto al que era más fácil saltarlo que rodearlo. Un hombre con el que nadie quería subir al enorme ascensor de 2x2 de mi bloque, más que nada, por aquello que siempre dicen de que los pequeños detalles marcaban la diferencia. Hablo enserio y, hablo de su aliento. No os llegáis a hacer una mera idea de lo mal que le llegaba a oler el aliento a cebolla rancia todos y cada uno de los días de la semana, sin excepciones, él jamás fallaba. Creéroslo. Ah, y tranquilos... Yo también sigo preguntandome cómo lo consigue.

No, enserio, tendríais que ver a mis geniales vecinos, los deportistas. El hecho de subir por las escaleras no les parecía una mala opción al ver al señor Cebolla esperando el ascensor. Incluso yo, la reina de los perezosos - cómo adoraba a ese encantador animal - me convertía en una deportista de élite en momentos como aquél. Una, hacía cualquier cosa con tal de no tener una muerte tan patética cómo aquella. Aún me acuerdo de la primera vez que me metí en la boca del lobo - en la boca de un lobo muerto, muerto desde hacía un mes - . Qué tiempos aquéllos en los que era insensata e  inocente. Creo que nunca se me había hecho tan largo subir tres pisos aguantando la respiración.

En definitiva, aquél hombre, que con solo una sonrisa conseguía que las personas tuvieran hábitos tan saludables como subir ocho pisos andando, también formaba parte de mi. Es lógico. Imaginaos, veinte años de eterna salud, como podría osar no tenerlo en cuenta.

Dejándome de cursiladas y comentarios crueles - los cuales, he de admitir,  disfruto infinito, para qué engañarnos- yo era una virgo de 20 años con ansias de cambiar el mundo, una atea con serias dudas sobre el más allá, alguien interesado, si más no, en las personas. 


A pesar de estar interesada en el ser humano, aquél animal egoísta que "supuestamente" provenía del mono  y digo supuestamente, porqué la mayoría de veces lo dudaba, y mucho. No es posible que provengamos de un animal tan listo como lo es el mono. ¿Qué? ¿Que no me creéis? En mi defensa he de decir que al menos ellos no destruyen su hábitat ni se matan los unos a los otros por el puro placer de ver sufrir a sus iguales. 

Como iba diciendo, a pesar de estar interesada en los de mi especie, yo era alguien que se cansaba muy rápidamente de los demás. Para más inri, mi madre, la oportunista, siempre me decía que yo era demasiado independiente y que eso no solía agradar a las personas. Incluso mis amigas solían decirme que moriría sola. "Oh... ¡Pobre Brit!" estaréis pensando.
¡Venga hombre! No sintáis compasión por mi. Cómo si me afectara. Yo a mis veinte primaveras tenía muy claro que las únicas histéricas que morirían solas agarradas a una botella de vodka a sus sesenta años serían ellas. Por pesadas.

Hacía tiempo ya, que yo sabía, con cada poro de mi piel, que la vida me tenía algo preparado, algo inmenso, no merecía menos. Aunque a veces.... Pues, dudaba. No negaré que más de una vez había sentido ese miedo a morirme sola. 

...

¿Qué? ¿¡Eh!? No,no,no,no... Ni se te ocurra mirarme así.

Todo el mundo tiene miedo a morir solo ¿sabes?. Sí, incluso señor Cebolla y Mr. Bailodesnudoenelsalóndemicasa. Ellos también temen morir solos. ¿Que cómo lo sé? Pues gracias al libre albedrío de los poderes.

Sé que ahora mismo estarás pensando que estoy tarada y que mi cabeza es lo más cerca que has estado de una bomba de relojería, llena de ideas y pensamientos, a punto de explotar. Y que crees que no soy consciente de ello. Pues, amigo mío, siento decepcionarte, la tierra no es plana, llegas tarde, hace tiempo que soy consciente de todo esto, no has descubierto el chocolate.

A veces, tengo tantas cosas en la cabeza que jamás acabo de explicar algo porque salto de una cosa a la otra y justamente cuando he llegado a esa otra cosa... ¡Pof! Un nuevo pensamiento irrumpe con fuerza, consiguiendo que me pierda entre pensamientos y ideas geniales. Pensamientos y ideas geniales que, por desgracia, solo tienen sentido aquí. En mi cabeza.

Como te estaba intentando explicar, yo era una chica normal y corriente hasta la fecha, sí, aquella fecha, aquél momento. ¿Lo recordáis? El “turning point”. 
The moment that changes everything…


Adivinad qué. Continuará...


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V.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Brit - Capítulo 2.


¡Y se hizo la luz!

Wow. Éste sitio es gigante” – pensé abriendo bien los ojos. Pero gigante de verdad, como una de esas casas de lujo con las que, de pequeños, mi hermano y yo habíamos soñado vivir sólo para así poder jugar al escondite en condiciones.

Un hombre en traje apareció por la puerta de lo que suponía ser una sala de estar, aunque he de añadir que esa sala de estar era comparable a todos los metros cuadrados de mi casa. Era un chico alto de pelo castaño y con barba de dos días, en definitiva y como conclusión, un chico muy sexy. Parecía cansado, como si acabará de volver del trabajo, aunque eso no le supuso ningún problema para quedarse en pelotas, literalmente.

Y ahí estaba ese desconocido, y ahí estaba yo, sin poder apartar la mirada de su aparato genital. Culpa suya, que no dejaba de mirarme“right to my eyes”.

En situaciones como éstas no sabía dónde meterme y maldecía el libre albedrío de estos malditos poderes. Pero esperad, que ahora viene lo mejor, al iluminado no se le ocurrió nada  mejor que dirigirse hacia una cadena de música gigante que estaba situada con muy buen gusto en una de las esquinas de la habitación y le dio al botón del play. 

Si creíais que la cosa no se podía poner más interesante aún, os equivocabais y de mucho, porque el maravilloso cantante de los sesenta Edwin Star empezó a entonar las primeras notas de la canción “War”, a partir de aquí creo que no hace falta que describa gráficamente el bailecito que se marcaron él y su cimbrel cada vez que el sesentero cantaba “¡War! ¡Uh!”
“¿What is it good for? ¡Absolutely nothing!”. Dios, cómo llegué a odiar esa canción.

Dos “You sexy thing” y un “I just wanna make love to you” después, yo me estaba empezando a exasperar  “¿Qué hacía ahí?” Ese tío no parecía tener ninguna especie de problema o de carencia que no fuera neuronal y yo, sinceramente, me negaba a ayudar a semejante personaje, a menos que se vistiera.

Como no controlaba los dichosos poderes, no podía volver a mi clase de inglés hasta que no solucionará algo, ¿El qué? No lo sabía aún. A no ser que los bailecitos fueran el problema, porque entonces hacía rato que se me habían ocurrido mil soluciones, como un golpe seco en la cabeza con un bate de béisbol, sí, eso hubiera bastado, al menos, durante una hora.

Vaya mierda…”- pensé en voz alta y sin poderlo evitar. Genial,  ahora Mr. Naked me había oído.  Evidentemente, se acojonó y cómo cual rata de experimento se giró hacía a mi, supongo que en busca de algún monstruo o tal vez de algún fantasma. Por suerte, él no me podía ver a menos que yo quisiera, a pesar de ser nueva en esto de los súper poderes, después de una cantidad de apuros que no podía contar ni con los dedos de las dos manos y de los dos pies juntos, algo de control había conseguido ejercer sobre ellos.

¡¿Quién hay ahí?!” – gritó nuestro adorable personaje, ahora con su pene diez centímetros más pequeño. No pude evitar reírme. Evidentemente me volvió a escuchar. Fue inevitable, la situación si más no, era bastante cómica aunque supongo que para él no tanto.

¡Sal de dónde estás! ¡¿Quién eres tú?!"– preguntó casi llorando mientras su testosterona se escapaba lentamente por cada poro de su piel. No pude evitar sonreír para mis adentros pensando que la valentía no era cuestión de "pelotas".

¿Quién era yo? Interesante pregunta, pensé. Yo era…

Continuará.


V.