miércoles, 27 de marzo de 2013

Brit - Capítulo 16

Te quitan la ropa mientras te miran obscenamente y te tocan. Te rapan la cabeza y te atan de pies y manos. Humillación. Estas en una celda fría y mohosa llena de ratas que no se atreven ni a comerse la comida que esos hijos de puta te dan una vez al día. Menosprecio. El agua sale ardiendo con fuerza, quemándote la piel y el alma pero ya no tienes fuerzas para llorar o simplemente gritar. Vacío. Te limitas a sobrevivir. 

Te piden que cooperes pero te niegas, creen que te lo pueden quitar todo, pero de sobras sabes que cuando te dejan vacío ya no tienes nada que perder. Y es que a veces los ideales prevalecen sobre el dolor, sobre la humillación. La cuestión era que yo no podía traicionar a aquellos que una vez me dieron una segunda oportunidad.

Y aparece alguien detrás de los barrotes, él. Alguien que un pasado lo fue todo para ti, y te mira implorándote perdón, pero ya no es él, y tú tampoco eres tú.

“Brit…”

Brian me llama, no soy capaz de mirarlo…

“Brit, dales lo que quieren y te dejaran libre…”

Y levanto la mirada, y clavo mi mirada en la suya y se estremece, pero ya me da igual.

“Te quiero” pronuncio. 

Y como si de un cortocircuito se tratara Brian abre bien los ojos y aturdido por el golpe de mis palabras, una chispa de esperanza se escapa de su caparazón de tipo duro.

“Ver muerto” Prosigo, como si ésa fuera la última bocanada de aire disponible en mis pulmones.

Desalentado se da media vuelta y se va. Lentas pasan las horas en este zulo mugriento y húmedo, Seven no tardará en llegar. Un cerrar de ojos y…

“Es un sábado por la mañana, el sol resplandece desde mi ventana por la cual corre una brisa suave con olor a primavera. En la radio suena Oasis y su Wonderwall, un clásico.

“Maldita Tenesse, no tenía suficiente con enviarnos la redacción sobre la reproducción de las amebas y otros anfibios que encima nos ha puesto un examen para mañana. Maldita seas, te odio.” Pensaba mientras mi madre irrumpió en mi habitación.

“Brit, ha venido alguien a verte”

Genial, seguro que era James, pero… Un momento, ¿no había quedado con él a aquello de las doce y media? Eran las nueve. Tal vez venía de empalme con churros, me dijo que ayer salía. Fui hacia el recibidor y no había nadie, pero la puerta de la entrada principal estaba abierta, así que salí al rellano, y allí estaba él, sentado en la escalera, Brian.

“Ya decía yo que esa peste solo podía provenir de una persona” mascullé mientras me tapaba la nariz con mi mano derecha y con la izquierda hacía ver que disipaba el olor.

“Qué graciosa te has levantado tú hoy ¿no?” dijo con cierto tono juguetón.

Sonreí con autosuficiencia y descaro. Orgullosa de ser tan rancia.

La cuestión es que pasaba por aquí y…” prosiguió Brian mientras se levantaba y se acercaba lentamente a mí.

“No me interesa tu vida. No, para nada. ¿Qué quieres?” Le corté con un tono tajante mientras sonreía y le apuntaba con el dedo para que se quedara quietecito donde estaba.

Se quedó mirándome perplejo y me dedicó una sonrisa con aquella dentadura profident que le caracterizaba. De golpe mi corazón se aceleró, mierda. ¿Qué había sido eso? No no no no, no era posible. No. Definitivamente no, él no.

“Mira, tengo el coche abajo mal aparcado así que seré breve. Iba a ir al acantilado de Tres Aguas a hacer puenting y me asaltó la idea de que alguien como tú, tan valiente, con tanto morro y chulería no se atrevería a darme un no por respuesta”

Cabrón. Me estaba probando.

“Tengo un examen pasado mañana, no puedo. Lo siento” dije canturreando mientras empezaba a cerrarle la puerta en las narices

“¡Oh! ¿Eso que huele tan mal eres tú? Y pensar que serías la única chica de la ciudad que no me diría que no por miedo a que tuviera que acabar tirando sus braguitas de corazones y unicornios a la basura, pero ya veo que… Eres como todas.” Y mientras sonreía daba media vuelta como si la cosa no fuera con él y empezaba a bajar por las escaleras. “Adiós chica del montón”

Empecé a cerrar la puerta mientras miré al horizonte, aquél idiota me la había jugado, me había dejado como una cobarde. ¡Argh! ¡Qué rabia! Impulsiva como yo sola abrí la puerta y justo cuando estaba dispuesta a empezar a chillar vi que Brian estaba delante de la puerta.

“Me tomaré eso como un sí” dijo burlón con una sonrisa de oreja a oreja anticipándose a mi futura verborrea de palabras mal sonantes. “5 minutos, te espero abajo. No tardes.” Y prosiguió con la marcha.

Me calcé las deportivas, y bajé. Me estaba esperando en un Seat Panda del 98 rojo. Me subí al coche sin mirarlo.

“Vamos Brit, no te las des de dura y admite que te morías de ganas de verme” dijo muy seguro de sí mismo.

“ No proyectes tus deseos en mi” sentencié mientras miraba a la carretera “Además, como por tu culpa suspenda el examen, te juro que te vas a pasar todo el Agosto estudiando conmigo los anfibios y sus cuerpos sin esqueleto”

“Trato hecho” prometió una vez más sonriendo, seguro que estaba contento de conseguir lo que él quería. Hombres…

Lo miré de reojo, esas Rayban rojas le sentaban muy bien, le daban un toque macarra. Llevaba una camiseta negra y unos pantalones cortos de chándal, supongo que lo de saltar del puente iba en serio. Llegamos a un puente y aparco antes de cruzarlo. Del maletero empezó a sacar cuerdas, arneses y mosquetones, la cosa se ponía seria.

“Sería la venganza perfecta” susurré.

“¿Decías?” preguntó curioso “Tranquila, sería una muerte rápida, no podría disfrutarla, me sabría a poco.” Dijo quitándole hierro al asunto.

Empezó a hacer nudos y a atar las cuerdas al puente y al arnés. Me asomé, debían haber como 50 metros para bajo, me mareé.

“¿Ahora no irás a echarte atrás, no?” preguntó desafiante. “Va, ponte el arnés” me pidió mientras me lo alcanzaba.

“Tú primero, no me fío un pelo de ti” le interpelé con dureza con una mirada desafiante.

“Está bien, para subirme luego habrás de tirar de esta cuerda de esta manera”

Sinceramente no me fije como lo hacía, el vuelo de una mariposa me distrajo. Saltó la baranda del puente y justo cuando estaba al borde de este, abrió sus brazos de par en par y saltó. En cuanto lo vi colgado como cual fuet, supe que esa era mi oportunidad. Eché una ojeada al paisaje y vi un camino que bajaba hasta el río. Me encaminé hacia allí mientras Brian empezó a gritar pidiéndome que lo subiera arriba hasta que se dio cuenta de cuales eran mis intenciones realmente.

Me planté a escasos metros de él y me senté en una roca que había en medio del rio.

“Maldita zorra” gritó bien fuerte.

“No creo que eso te ayude mucho, es más, dudo que insultándome consigas que te ayude por voluntad propia, pero tú sigue que me gusta.”

Lo miraba sonriendo con desdén, tenía el poder. O eso creía yo. De repente empezó a subir por la misma cuerda que lo colgaba como si de una lagartija se tratara, mierda. Me levanté rápido de la roca y empecé a correr por el río, saltando de piedra en piedra, pero en cuestión de segundos tenía a Brian detrás, cinco segundos más tarde me cogió y se lanzó al río conmigo cogida. Salí a la superficie pero ni rastro de Brian hasta que algo me agarró por detrás.

“No pareces tan valiente ahora” me susurró en la oreja y acto seguido me la mordió. Todo mi cuerpo se estremeció. Me di media vuelta y me quedé a escasos centímetros de él. “¿Por qué me gustaran tanto las niñatas como tú?” siguió susurrando aún más cerca de mis labios, casi rozándolos.

“Porque…” le susurré mientras recorría su mejilla en dirección a su oreja “eres un cerdo pederasta” finalicé.

Y entonces me agarró bien fuerte haciendo que su cuerpo y el mío se tocaran y empezó a besarme. Intenté resistirme, pero para ser realistas los cerdos pederastas como él me encantaban.” 

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“Veo que no das tu brazo a torcer” dijo Seven, despertándome de aquél extraño sueño “Pasaremos al plan B, lo siento Brit esto no te va a gustar.”

Y se fue.
Continuará…

V.

jueves, 21 de marzo de 2013

Changes

Parece ser que sí,  que al final tenías tú razón
She will be loved.

V.

sábado, 2 de marzo de 2013

Introducción Recuerdo - Ismael Serrano

Quizá les haya pasado en alguna ocasión. Quizá, alguna vez, caminando por la calle les pareció ver entre el tumulto de la gente a una persona a la que amaron hace mucho tiempo. Apenas fue un instante, un breve destello de luz, el suficiente como para dejar una quemadura en la retina y en el alma. El suficiente como para dejarte paralizado en mitad de la acera sintiéndote al contracorriente de todo, sin saber muy bien que hacer o que decir. Y se le llena a uno la cabeza de recuerdos, y el caso es que no estás seguro de que se trate de esa persona.  

Porque... Primero como digo fue un breve instante, y segundo porque hace tanto tiempo desde la última vez que os visteis que…Todos hemos cambiado en este tiempo. Y tú también aunque te niegues a reconocerlo. Y está bien que así sea. 

El caso es que uno queda dudando en mitad de la acera, pensando si no será que uno confunde la realidad con el deseo. Quiero decir que quizá sí se trate de esa persona, pero a lo mejor no. A lo mejor uno la desea tanto que la inventa entre la gente. Desapareciendo y apareciendo, apareciendo y desapareciendo.

Y no digo que quedara algo urgente por decir, algo pendiente… Quizás no sea eso, quizá sea sólo un deseo inconsciente, y uno sólo quiere encontrarse con ella para decirle cualquier tontería. Quizás para recuperar un retazo de aquellos tiempos en los que éramos eternos e invulnerables. Quizás sólo para decir “¿Qué ha sido de ti en todo este tiempo?” “¿Qué fue de nosotros?” “¿Qué ha sido de mi?”… 

Algo parecido ocurre en la canción que vamos a cantar ahora, trascurre en el metro de mi ciudad, en Madrid, es la historia de un tipo que entra en el vagón de metro y encuentra en el asiento de enfrente a una muchacha… que le recuerda a una mujer a la que amó, o quizás sea ella, no lo sabe, y está también lleno de dudas… 

Muchos familiares, amigos y amigas se acercan para preguntarme sobre esta canción, sobre el final de la canción, más bien para preguntarme que  qué diablos le pasa por la cabeza a la muchacha que protagoniza dicho final, nunca puedo satisfacer a quién pregunta porque no tengo ni puñetera idea de lo que le pasa por la cabeza a la muchacha, pero… Sí sé algo.

Sé que un día todo cambiará, espero que más pronto que tarde pero un día, las cosas serán diferentes. Un día el muchacho entrará en el vagón y la encontrará en el asiento del frente, radiante y luminosa y se acercará a ella y le hará la pregunta que siempre le hace al terminar la canción, y un día, todo cambiará, ella se levantará de su asiento sosteniéndole la mirada, el metro detendrá su ritmo, todas las cabezas se giraran hacia ellos, la ciudad también se detendrá, la gente parada en las aceras, los coches en mitad de la calle, las palomas emprenderán el vuelo, ella se acercará mucho a él y un día le responderá de manera muy diferente a cómo lo hace en la canción…