martes, 26 de julio de 2011

Tres segundos.


Sus ojos se cruzaron entre el tumulto de la plaza de Santa Ana. Se miraron durante tres efímeros segundos. Uno… Dos… Tres… Y desaparecieron entre la multitud. ¿Quién eran? ¿Cuál es su historia? ¿Qué pasó entre ellos? ¿Por qué tres miserables segundos? Qué historia más triste debéis pensar. Pero no, esto no es una historia triste, pues dentro de cada mirada hay un mundo y dentro de esa mirada hubo una conversación finita. Hola. ¿Cómo estás? Te extraño. Sigo aquí.  Ayúdame. Volvamos a empezar. Dejemos el pasado atrás. Abrázame como solías hacerlo. Escúchame. Olvídate de tus miedos.  Vuelve, te sigo queriendo.

V.

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