lunes, 11 de abril de 2011

Lagunas

Distraída, detrás de una ventana de cuatro barrotes mira aquellos niños que juegan sin noción del tiempo, aquella pareja que se besa tímidamente en aquella esquina, se pregunta por su vida y que se hizo de ella y en que momento todo sucedió.
Perdida, se encuentra en una habitación de cuatro paredes blancas y por un momento recuerda en la casa que vivió, con su jardín, su cocina y por extraño que parezca una imagen cruza su mente, un hombre de ojos negros, negros como la noche, llenos de luz como la luna, aquellos ojos negros que la enamoraron todos y cada uno de los días que la miraban.
Aturdida, se pregunta a dónde fue, porqué la abandonó, cómo ocurrió, pero sobretodo qué fue lo que pasó y de repente una lágrima cae por su mejilla como un cometa cruza el cielo, disimulado, brillante, fugaz…

Cuando quiso darse cuenta una niña de unos brillantes ojos marrones había irrumpido en aquellas cuatro paredes, y con terrible curiosidad la estaba mirando, sin saber que hacer la miró, no la conocía de nada, decidió sonreírle y ésta de forma instintiva corrió hacia ella y la abrazó sin dejar de mirarla con aquellos ojos marrones que tanto le llamaban la atención y a la vez la perturbaban. Miró hacia fuera en busca de alguna enfermera para que se llevaran a la niña fuera de la habitación a pesar de lo agradable que le era su presencia. Cual fue su sorpresa al descubrir que un hombre mayor la estaba mirando, melancólico, con una triste sonrisa en sus labios.

- ¿Es suya? – Le preguntó ella.
- Sí, es mi nieta – Sonrió mientras decía tales palabras.
- Es muy guapa, tiene una cara preciosa.
- Sí, la verdad es que sí, se parece a su abuela – Él la miró con la esperanza de un simple movimiento, de una señal, algo por lo que dejarlo todo, sin embargo nada de aquello ocurrió - Venga va Rose, creo que ja la hemos molestado suficiente.

Al irse, se volvió a encontrar sola, inmersa en sus lagunas, haciéndose preguntas que acabaría olvidando, recordando un extraño amor que sucedió una vez…

Camino hacia casa, la niña de ojos marrones le pregunto a su abuelo:
- Crees que la abuela nos recordará algún día?
- Algún día cariño, algún día

Y con ocultas lágrimas siguieron su camino en silencio, sin rumbo, sin destino…




V.

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