domingo, 10 de febrero de 2013

Brit - Capítulo 15

Sólo con escuchar su voz se me heló la sangre. Miré hacia los lados y luego hacia atrás en busca de una escapatoria, pero cuál fue mi sorpresa al darme cuenta que estaba rodeada por una hilera de agentes del mal.
¿Recordáis el “turning point”? Os explicaré, actualmente, el mundo que conocemos se ha convertido en un gran ying-yang, formado por el bien y el mal, confrontados en una eterna guerra entre la muerte y la vida.

Todo empezó, un domingo, yo solía obligarme a recorrer 7 kilómetros corriendo hasta un gran lago que había por la zona para así mantenerme en forma, y ya de paso disfrutar del agua cristalina.

Era un camino de piedras por medio del bosque, me encantaba correr riesgos y yo sabía perfectamente que un paso en falso y caería dándome de bruces contra el suelo, rasgándome toda la piel, aun así era una yonqui de la adrenalina, me hacía sentir viva.

Sólo recuerdo que llevaba los auriculares de mi iPod puestos y que algo me golpeó por la espalda a mucha velocidad, acto seguido salí volando por los aires hasta aterrizar en el rocoso suelo. Nunca llegué a saber por qué aquel todo-terreno me atropelló ni porqué nadie me socorrió, porqué nadie vino en mi ayuda. Grité y grité, me encontraba boca abajo y no podía levantarme del suelo, grité pidiendo auxilio hasta quedarme afónica y después, lloré, perdiéndome entre lágrimas a mí misma en aquel suelo polvoriento…

Y entonces apareció Richard - por aquél entonces yo no sabía quién era él - tal vez fue por la conmoción pero apostaría dos de los grandes a que bajó del cielo con unas enormes alas blancas que brillaban con la luz del sol, sí, con el tiempo supe que Richard era mi Ángel de la guarda, no hizo falta que lo mencionara, solo con mirarlo a los ojos lo supe. Me acuerdo que me sonrió y se estiró a mi lado boca abajo, mirándome directamente a los ojos transmitiéndome una paz que ni los monjes budistas del Tibet y entonces me susurró.

- Brit te mueres.

No imaginé que fuera a soltar aquello, pensaba que me diría su nombre y que me llevaría al hospital, así que sorprendida y con tristeza empezaron a brotar lágrimas silenciosas de mis ojos, siempre había pensado que moriría de mayor en cualquier isla caribeña por culpa de un Tsunami, y no así. Me quedé inmersa en mis pensamientos, rememorando mi vida como si fuera una película y entonces Richard prosiguió, aunque no le hice mucho caso.

- Te mueres, sí, pero solo si tú quieres que así sea.

Y empecé a hacerle caso y dejé de rememorar mi vida. No podía hablar, él lo sabía, pero sólo con un cerrar de ojos él supo que yo quería seguir adelante así que me propuso un trato.

- Yo puedo darte una segunda oportunidad para que puedas seguir con vida. Pero hay un precio bastante alto a pagar. – hizo una pausa incómoda y carraspeó para proseguir con la oferta– Estarás al servicio de la humanidad durante diez años y la ayudarás siempre que haga falta. Para hacerlo se te otorgaran unos poderes que tendrás que aprender a manejar por tu cuenta y que irás descubriendo más adelante, ahora, como verás, no tengo tiempo a explicártelo todo. Durante esos años lucharás contra el mal y serás nuestra Secrets-keeper, de esto también hablaremos más adelante. – me estremecí, la traducción de secrets-keeper era guardiana de los secretos y sinceramente nunca me habían gustado los secretos- .

Nos quedamos callados durante dos minutos, dos minutos en los que pensé en lo que me había dicho. La cabeza me daba mil vueltas, era un huracán de pensamientos, ¿Estaría delirando? ¿Estaba siendo todo esto un sueño? La conmoción no me dejaba pensar con claridad, demasiada presión. Estaba a punto de aceptar el trato cuando finalmente Richard rompió el silencio.

- ¿Aceptar o morir? Tú decides.

Y yo asentí con la cabeza. Y entre susurros intente vislumbrar un "acepto", aquél fue el momento que lo cambió todo, the moment that changes everything.


- Chicos, cójanla, llévenla a la D-101. Código 43. - Ordenó Seven.


Continuará...

V.

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