lunes, 24 de mayo de 2010

Amelie.




Entonces ella se quedó mirándolo fijamente a los ojos, sorprendida por encontrarle al otro lado de la puerta cuando hace menos de 15 segundos pensaba que lo había perdido para siempre.
Él iba a comenzar a hablar cuando ella posó la mano sobre sus labios impidiéndole hacerlo, le coge de la chaqueta y tirándo de ella hacia dentro de la casa, cierra la puerta sin mirar atrás.
Léntamente, se acerca hasta a su rostro hasta darle un beso en la comisura de su labio, después se dirige hasta la zona de detrás de su oreja derecha y le da otro pequeño beso, esta vez cierra los ojos y tarda más en separarse de su cuello. Por último, sin dejar de seguirle con la mirada, sus labios carnosos se acercan al párpado izquierdo de él y le da el último beso.
Tras separarse, ella señala su comisura y él, dubitativo pero deseoso, se acerca y repite el mismo juego de besos: uno en la comisura, otro en su cuello y el último en el párpado.
Ambos se miran, se rozan, se desean con la mirada y en ese momento se dan cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.
Así, Amélie y Nino se unieron más aún y se besaron al otro lado de la ventana, mientras que el hombre de cristal miraba desde su piso contento de que Amélie por fin no huyera del amor.


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